He vuelto a escalas las montañas de tus pechos andinos,
Camino a la cima de estos, me encontré con montones de bellos
Rubios y delicados, dándole la apariencia de dorados. Pero pude llegar a la cúspide de tu sensibilidad.
He vuelto a lanzarme desde el lugar más alto de tus labios, para nadar en el amplio mar de tu lengua, hasta tocar fondo en tu sensualidad.
He vuelto a conducir mi auto carnal por la autopista intercontinental de tu cuerpo que empieza en tus piernas y termina en tu cabeza, luego, solo instantes después; aquella autopista tuvo diagonales, calles y callejones, construidos por mi lengua. Y desde ese instante, fue por primera vez la autopista que conecta todo tu cuerpo.
He vuelto a sentirte, mimarte; lamerte, recorrerte, y como ayer a amarte.
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